Luciérnagas nocturnas,
desparramadas en mis pupilas,
cual gota de rocío en la azucena,
titilan en destellos luminosos
pequeños arcoiris incandescentes.
Taciturna y callada su espera infinita,
impertérritas observadoras luminosas;
su lumínico corazón incandescente,
lamento en un firmamento oscuro
Y yo que las acaricio con el vaivén de mis pestañas,
me arrojo a ustedes, como al océano profundo,
y en la intermitencia de su lumínica alma,
se adormece mi corazón nocturno.
No hay comentarios:
Publicar un comentario