En sublimes círculos amarillos,
se desata tu voz, llamándome,
en colores invernales,
se refleja tu pupila en el arco de tu voz,
desnuda y majestuosa como la muerte,
Tu voz,
que llama por nombres desconocidos,
con la verdad confinada en la garganta,
tu voz de clarín, que resuena...
como el lamento sordo de la agonía,
como el lamento sublime y solo,
al borde del final de los caminos descalzados,
con esa voz al viento de mi propia vehemencia.
Autoretrat
Hace 6 años
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